Concreto y Abstracto.
Heme aquí, de nuevo en frente del monitor; hacía tiempo no me permitía emitirme de esta manera. No recuerdo si quiera que se trastornara a lo que es en este momento. No para mal, digamos, en el sentido ambivalente de la palabra.
Supongo que esto es solo una muestra pues. Desde que conocí la meditación, a raíz de ese viaje cumpleañero, no he podido sacarme de la cabeza este ánimo que quema en ocasiones, por segunda, tercera vez, puedo sentir que me lleno de inspiración de pensar en la esencialidad oportuna e inoportuna de la percepción concreta. No me causa ya el infortunio de la contemplación de las cosas pues, gracias a esta causalidad de implicaciones. He podido ver lo “malo” y lo “bueno”. Es de precisar de que siendo uno u otro, siendo venus, siendo marte, o algún simbolismo pseudorealista. Inherentemente son humanos.
Ya pues, todos nacemos con una predisposición impersonal de estas sustancias en la cabeza. El balance o desbalance heredado por matrices connotativas, concretas como todo animal salvaje, pero abstractas como ningún otro examinable; eventualmente el ávido evolucionado a raíz de interconexiones eléctricas, ahora agregando otro sentido perceptible más; hasta ahora de los ya conocidos: tacto, olfato, visión, gusto, etc.
Que por individual podrían pasar por una respuesta natural en muchos seres orgánicos con los que compartimos suelo, ya sea perro, gato, vaca, cuervo. Aunque aquella que reúne la existencia intrínseca de los mismos, es la "conciencia"
Traduce todas aquellas en lenguaje, en conductas más complejas a las animales (¡en la más oportuna de las ocasiones!). Quien determina qué palabras decir, qué groserías usar para violentar, qué romantizaciones usar para generar placer, para amenazar y no solo eso, un estudio kinestésico interno de rasgos, curvaturas, hendiduras, flexiones, encogimiento y oscilaciones. ¡Y no sólo eso! Un complejo sistema nervioso termodinámico para la cual usar la conjunción de lo ya anteriormente mencionado, aunando los sabores de la boca: los agradables y desagradables, conscientes, del espacio, del tiempo útil e inútil, etc. etc. Quien le otorga sentido a la vida o no según determina el anterior balance químico mencionado; y disposición cognitiva proveniente del entorno en el que nos desarrollamos.
Para obviar, sus necesidades serían diferentes a la de cualquier animal comestible o no allá fuera en el mundo exterior. La conciencia de toda esa información quiere decir posibilidad de controlar, así como descontrolar. A conciencia o inconscientemente porque de alguna forma no prescindimos de nuestros instintos concretos. Aquellos que en parte también determinan la valía de esta información para la manutención humana. (dolor, tristeza, enojo, alegría, angustia, miedo). Queramos o no, son un factor de esta convergencia, más no dualidad. Y varios ejemplos hay a través del tiempo. En términos de nombres reconocibles tenemos a un Josef Stalin hasta un Mahatma Gandhi. Sin atribuir preferencia convenenciera. Son producto de la predominancia de una u otra parte de la convergencia a la cual aludo. Sólo que es una capacidad involucionada ya que no solemos aprovecharla en el mejor de los casos y nos es cuestión de otra cosa que la subyugación: Pocos controlando muchos. Cómo habríamos de saber o imaginar de un contraste alterno si estos mismos pocos han delimitado el estudio de la misma mente. Visto mejor invertido en la fisión nuclear, en los cohetes espaciales, en los teléfonos celulares, en las antenas de radio, en el WiFi. Y no en el entendimiento esencial de nuestra naturaleza. Sin antagonizar ni suponer inclinaciones porque sin aquello que hoy tenemos, jamás habría llegado a este momento frente a este monitor, escribiendo palabras que serán olvidadas en cuanto el indiferente sistema de tiempo y espacio racione una muerte para mí…
Visto así es normal que suframos una crisis colectiva y que salir de esta crisis sea la nueva barrera de la humanidad.
Hijos de un imperialismo, de dos guerras mundiales, de una independencia, de una revolución y toda clase de connotación transferencial extrínseca del ser, provenientes del sesgo. No conocemos otra cosa y es por eso que conjeturamos que el ser es un ente determinado tejido mágicamente por una figura humanoide de rasgos indeterminados o por hilos astrales que actúan en favor o contra de la realmente indiferente atención cósmica de un ser biológico dominado por el otro…
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